Tiendita

¿Quién está pagando los costos humanos de la contaminación plástica?

Este artículo se publicó originalmente en inglés en Prism.

Demasiado a menudo se reduce el tema de la contaminación plástica a prohibiciones de popotes/sorbetes de plástico dirigidas por estudiantes universitaries con portapapeles, chicas VSCO y pulseras hechas con la promesa de salvar tortugas. Evoca imágenes de un fajo de bolsas de plástico o tal vez una isla de basura flotando en medio del océano en algún lugar.

El problema es que la contaminación por plásticos no es solo un problema de acumulación de residuos: los plásticos también se fabrican y a menudo se incineran en comunidades donde casi nunca se consulta ni se alerta a las personas pobres y de color sobre los riesgos de estas acciones. Nuestras comunidades están viviendo esta contaminación a diario y entienden sobre las conexiones entre el aire, el agua, la tierra, el océano y la salud humana de maneras muy personales y concretas.

The Clean Air Task Force (o Comité para el Aire Limpio) estima que 1.8 millones de personas de origen Latino en los EE.UU. viven dentro de media milla de una instalación de petróleo y gas, aumentando las probabilidades de sufrir un parto prematuro y enfermedades respiratorias. La producción de materias primas de plástico y de los combustibles fósiles crudos que se usan para fabricar la mayoría de los plásticos afectan los sistemas inmunológicos, reproductivos, de desarrollo y respiratorio de las personas que viven en estas comunidades, y esto inicia justo afuera de la fábrica. No es de extrañar que nuestras comunidades hayan sido las más afectadas por el COVID-19, ya que nuestros sistemas inmunológicos ya se han visto comprometidos. La contaminación plástica viola nuestro derecho humano a respirar sin miedo.

El plástico también alimenta la crisis climática y contribuye al cambio climático en cada etapa de su ciclo vital, desde la extracción hasta el refinamiento, la fabricación, el transporte, la eliminación y la eliminación de residuos. Si la producción y el uso de plástico aumentan como se prevé actualmente, las emisiones de la producción de plástico podrían alcanzar las 1.34 giga toneladas por año para el 2030, esto equivale a las emisiones liberadas por más de 295 nuevas centrales eléctricas de carbón de 500 megavatios. El noventa y nueve por ciento del plástico se deriva de combustibles fósiles, y el impacto directo que su producción tiene en nuestras comunidades es la verdadera crisis global. Los estudios han demostrado la naturaleza desenfrenada de la crisis del plástico, encontrando micro plásticos dentro del cuerpo de  animales que viven en aguas profundas, en peces, en nuestros cuerpos, e incluso en el agua lluvia.

Apostamos por soluciones que protegerán a nuestras comunidades y familias de las toxinas en nuestro aire, agua y suelo y seguiremos luchando por estas soluciones porque la justicia lo exige. Pero a menudo no tenemos ni idea de lo que están construyendo en nuestras comunidades hasta que es demasiado tarde, esto se debe a la disminución de los requisitos de notificación en las plantas de plásticos. Incluso si vamos a las reuniones públicas, las barreras lingüísticas son evidentes. Hemos visto a niñes traducir información técnica mientras sus padres se inclinan para preguntar: "¿Que dijo?" En lugares como California, donde están reduciendo los plásticos usando proyectos legislativos sobre la responsabilidad de les productores y consumidores, todavía tienen dos incineradoras que operan en comunidades Latinas. Las plantas en las comunidades de color tienen casi el doble de la tasa de incidentes de liberación tóxica que las de los vecindarios predominantemente blancos.

Afortunadamente, el nivel de concientización pública y voluntad política para responder estas cuestiones está empezando a pasar a la acción. Hoy en día hay al menos una docena de estados que están estudiando proyectos legislativos de responsabilidad que recae en les productores de plástico, lo que obliga a les fabricantes de plástico a planificar el ciclo vital completo de los plásticos antes de poner una botella, bolsa o cuchara en el molde. Algunos de esos estados están incluyendo requisitos de justicia lingüística para cualquier producción nueva o aumentada, esto para que las comunidades de habla hispana, como la nuestra, puedan dar su opinión. Y la gente se está dando cuenta de alternativas simples a los plásticos de uso único, y la importancia cultural de la reutilización que las comunidades indígenas y latinas han practicado desde mucho antes de que esta práctica se convirtiera en tendencia.

Hay muchas soluciones locales al problema de los plásticos que están resaltando a nivel nacional. Recientemente, el representante de California Alan Lowenthal y el senador de Oregón Jeff Merkley volvieron a presentar la Ley de Liberación de la Contaminación Plástica (BFFPPA, por sus siglas en inglés) de 2021 (HR2238/S984) para lidiar con la crisis de la contaminación plástica de principio a fin.

Dicha legislación suma a las leyes estatales que reducen el uso de plásticos de uso único obliga a les grandes productores de plástico a asumir la responsabilidad de los residuos plásticos posteriores al consumo, requiere una pausa en la construcción de nuevas instalaciones, así como también las ampliaciones a estas, esto incluye las plantas de producción de plástico, el reciclaje químico e incineración, e instituye un proyecto de ley de botellas a nivel nacional. Docenas de estados como California, Washington, Oregón y Nueva York tienen proyectos legislativos que ponen la responsabilidad en les productores en su proceso de promulgación. Nueva Orleans promulgó por unanimidad una resolución que se oponía a la mega planta propuesta de la compañía Formosa Plastics en St. James Parish y a la construcción de productos petroquímicos en Cancer Alley. Hay más de 20 estados, incluyendo a Vermont, Massachusetts y Montana, que tienen leyes sobre botellas activas.

El BFFPPA esencialmente cancela las plantas industriales ampliadas hasta que la Agencia de Protección Ambiental o EPA (por sus siglas en inglés) pueda actualizar o crear nuevas regulaciones ambientales y de salud. También requiere que cualquier solicitud para un nuevo permiso se someta a revisiones de justicia ambiental y que se entreguen a las comunidades locales al principio del proceso. Este proyecto de ley garantizaría que las publicaciones se traduzcan y que se proporcione interpretación en vivo durante las audiencias. Podemos garantizar que nuestras comunidades sepan lo que está sucediendo localmente a través de la comunicación que puedan entender, en sus idiomas de origen, escrita y oral.

Los estados, el gobierno federal y les consumidores deben responsabilizar a las empresas incentivándolas a innovar, exigiéndoles que usen menos envases, que consideren opciones reutilizables o rellenables y que tengan en cuenta el ciclo vital del plástico en su proceso de compra. Las iniciativas que aparecen en todo el estado y los esfuerzos federales incluyen:

  • Incentivar a les fabricantes de geles de ducha para que ofrezcan opciones de relleno o reusables y a que se encarguen de los residuos que produzcan con el objetivo de reciclar al menos un 65% para 2027.

  • A partir de 2023, requerir que los hoteles y moteles tengan estaciones a granel para champú y acondicionador en lugar de los mini contenedores de champú, jabón y loción.

  • Requerir que los restaurantes y vendedores de alimentos solo repartan utensilios compostables y popotes/sorbetes de plástico a pedido.

El grupo de cabildeo de la industria del plástico, respaldado por la industria de los combustibles fósiles, ya está rechazando estos esfuerzos a nivel estatal y nacional. Tenemos que responsabilizar a aquelles que más se benefician de la contaminación y estos proyectos de ley en todo el país y en Washington, D.C., son un gran comienzo. La verdad es que el plástico no es barato. Su costo se externaliza a las personas que se encuentran en las líneas de extracción, producción y eliminación de residuos.

Es hora que nos enfrentemos a la crisis por la contaminación de plásticos desde el nivel nacional. Miles de GreenLatinos y miembros del movimiento global Break Free From Plastics/Libérate del Plástico le están pidiendo al Congreso que rompa la adicción al plástico de nuestra sociedad. Nuestras comunidades Latinas ya cuentan con prácticas tradicionales que demuestran a la sociedad como se puede vivir sin usar plásticos. Debemos esforzarnos por poner fin al daño que los plásticos están teniendo en nuestra salud, nuestras vidas, nuestro clima y nuestra cultura.

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Yvette Arellano es miembro de la junta directiva de Greenlatinos y directore de Fenceline Watch, una organización de justicia ambiental con sede en Houston dedicada a erradicar el daño tóxico multigeneracional de las plantas de petróleo, gas y petroquímica.

Mariana Del Valle Prieto Cervantes es le directore del programa de equidad en materia de agua y océanos de GreenLatinos, una organización nacional que convoca a una comunidad activa de campeones ambientales y de conservación latina, envalentonades por el poder de nuestra cultura, uniéndose para exigir equidad.

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